David Benioff

LA ÚLTIMA HORA - PRIMERA EDICIÓN - 224 pág.

Nueva York, jueves, fines de enero. Un hombre se sienta a mirar el paisaje de la ciudad. Sabe que durante siete años deberá reconstruir lo que ve como un recuerdo precioso, algo a que aferrarse cuando la puerta de la celda se cierre. Monty Brogan mira la orilla del East River, los puentes, el faro, los remolcadores que cortan el agua en dos. Siempre está acompañado por Doyle, un pitbull que rescató de la calle, un perro que se le parece: alguna vez fue entrenado para pelear y luego fue abandonado.

Hay cinco personas que gravitan alrededor de Monty y su último día de libertad. Sus dos amigos –un agente de Wall Street y un profesor de secundaria–, su novia, su padre y Uncle Blue, un criminal que hasta ahora ha oficiado de jefe. Con ellos va a compartir ciertos rituales de despedida. Pero no habrá remanso. Monty sabe que a la mañana siguiente deberá tomar un colectivo para viajar a la prisión de Otisville, que la tregua terminó, que la droga que los federales encontraron en su casa lo ha llevado justo ahí: a la víspera del encierro. Sólo parece haber tres opciones: entregarse, escapar o suicidarse.

Cuando amanezca, Monty Brogan se montará en el autobús que habrá de llevarle hasta la cárcel federal de Ostinville, donde debe cumplir una condena de siete años. Hoy es su último día de libertad. Y quiere dedicárselo a su padre -que ha vendido el bar que regentaba para librar a su hijo de la prisión preventiva- a sus dos amigos de juventud -un broker de Wall Street que realiza grandes operaciones especulativas y un desencantado profesor de enseñanza media- y a su novia. Los encuentros tienen como escenario las calles de Nueva York, una ciudad desmoralizada, corrupta y descompuesta por el crimen organizado, la ambición financiera, el tráfico de drogas y la falta de ética. La ley del más fuerte transforma a los personajes en víctimas y verdugos de sí mismos. El indomable y temido Monty Brogan es consciente de que está a punto de perder aquello por lo que más ha luchado: su libertad. ¿Se someterá realmente a la decisión de la justicia? Tiene sólo 24 horas para decidirlo. Y el tiempo juega en su contra.

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