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El Origen De La Familia, La Propiedad Privada Y El Estado

Por: F. Engels.
Tipo de material: materialTypeLabelLibroEditor: Bogota, Colombia Genesis 1891Edición: 1 Edición.ISBN: 9570000004.Materia(s): Familia BarbarieClasificación CDD: 306.87
Contenidos:
INDICE PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN DE 1884 I PREFACIO A LA CUARTA EDICIÓN DE 1891 III EL ORIGEN DE LA FAMILIA, LA PROPIEDAD PRIVADA Y EL ESTADO 1 I. ESTADIOS PREHISTÓRICOS DE CULTURA 2 1. SALVAJISMO 2 2. LA BARBARIE 3 II. LA FAMILIA 6 III. LA GENS IROQUESA 39 IV. LA GENS GRIEGA 49 V. GÉNESIS DEL ESTADO ATENIENSE 55 VI. LA GENS Y EL ESTADO EN ROMA 62 VII. LA GENS ENTRE LOS CELTAS Y ENTRE LOS GERMANOS 69 VIII. LA FORMACIÓN DEL ESTADO DE LOS GERMANOS 78 IX. BARBARIE Y CIVILIZACIÓN 86 NOTAS 99
Resumen: Los capítulos siguientes vienen a ser, en cierto sentido, la ejecución de un testamento. Carlos Marx se disponía a exponer personalmente los resultados de las investigaciones de Morgan en relación con las conclusiones de su (hasta cierto punto, puedo decir nuestro) análisis materialista de la historia, para esclarecer así, y sólo así, todo su alcance. En América, Morgan descubrió de nuevo, y a su modo, la teoría materialista de la historia, descubierta por Marx cuarenta años antes, y, guiándose de ella, llegó, al contraponer la barbarie y la civilización, a los mismos resultados esenciales que Marx. Señalaré que los maestros de la ciencia «prehistórica» en Inglaterra procedieron con el Ancient Society de Morgan[1] del mismo modo que se comportaron con El Capital de Marx los economistas gremiales de Alemania, que estuvieron durante largos años plagiando a Marx con tanto celo como empeño ponían en silenciarlo. Mi trabajo sólo medianamente puede remplazar al que mi difunto amigo no logró escribir. Sin embargo, tengo a la vista, junto con extractos detallados que hizo de la obra de Morgan[2], glosas críticas que reproduzco aquí, siempre que cabe. Según la teoría materialista, el factor decisivo en la historia es, en fin de cuentas, la producción y la reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción y reproducción son de dos clases. De una parte, la producción de medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir todo eso se necesitan; de otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie. El orden social en que viven los hombres en una época o en un país dados, está condicionado por esas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, de una parte, y de la familia, de la otra. Cuanto menos desarrollado está el trabajo, más restringida es la cantidad de sus productos y, por consiguiente, la riqueza de la sociedad, con tanta mayor fuerza se manifiesta la influencia dominante de los lazos de parentesco sobre el régimen social. Sin embargo, en el marco de este desmembramiento de la sociedad basada en los lazos de parentesco, la productividad del trabajo aumenta sin cesar, y con ella se desarrollan la propiedad privada y el cambio, la diferencia de fortuna, la posibilidad de emplear fuerza de trabajo ajena y, con ello, la base de los antagonismos de clase: los nuevos elementos sociales, que en el transcurso de generaciones tratan de adaptar el viejo régimen social a las nuevas condiciones hasta que, por fin, la incompatibilidad entre uno y otras no lleva a una revolución completa. La sociedad antigua, basada en las uniones gentilicias, salta al aire a consecuencia del choque de las clases sociales recién formadas; y su lugar lo ocupa una sociedad organizada en Estado y cuyas unidades inferiores no son ya gentilicias, sino unidades territoriales; se trata de una sociedad en la que el régimen familiar está completamente sometido a las relaciones de propiedad y en la que se desarrollan libremente las contradicciones de clase y la lucha de clases, que constituyen el contenido de toda la historia escrita hasta nuestros días. El gran mérito de Morgan consiste en haber encontrado en las uniones gentilicias de los indios norteamericanos la clave para descifrar importantísimos enigmas, no resueltos aún, de la historia antigua de Grecia, Roma y Alemania. Su obra no ha sido trabajo de un día. Estuvo cerca de cuarenta años elaborando sus datos hasta que consiguió dominar por completo la materia. Y su esfuerzo no ha sido vano, pues su libro es uno de los pocos de ii nuestros días que hacen época. En lo que a continuación expongo, el lector distinguirá en términos generales fácilmente lo que pertenece a Morgan y lo que he agregado yo. En los capítulos históricos consagrados a Grecia y a Roma no me he limitado a reproducir la documentación de Morgan y he añadido todos los datos de que yo disponía. La parte que trata de los celtas y de los germanos es mía, esencialmente, pues los documentos de que Morgan disponía al respecto eran de segunda mano y en cuanto a los germanos, aparte de lo que dice Tácito, únicamente conocía las pésimas falsificaciones liberales del señor Freeman. La argumentación económica he tenido que rehacerla por completo, pues si bien era suficiente para los fines que se proponía Morgan, no bastaba en absoluto para los que perseguía yo. Finalmente, de por sí se desprende que respondo de todas las conclusiones hechas sin citar a Morgan.
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en relación con las investigaciones de L. H Morgan

INDICE
PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN DE 1884 I
PREFACIO A LA CUARTA EDICIÓN DE 1891 III
EL ORIGEN DE LA FAMILIA, LA PROPIEDAD PRIVADA Y EL ESTADO 1
I. ESTADIOS PREHISTÓRICOS DE CULTURA 2
1. SALVAJISMO 2
2. LA BARBARIE 3
II. LA FAMILIA 6
III. LA GENS IROQUESA 39
IV. LA GENS GRIEGA 49
V. GÉNESIS DEL ESTADO ATENIENSE 55
VI. LA GENS Y EL ESTADO EN ROMA 62
VII. LA GENS ENTRE LOS CELTAS Y ENTRE LOS GERMANOS 69
VIII. LA FORMACIÓN DEL ESTADO DE LOS GERMANOS 78
IX. BARBARIE Y CIVILIZACIÓN 86
NOTAS 99

Los capítulos siguientes vienen a ser, en cierto sentido, la ejecución de un
testamento. Carlos Marx se disponía a exponer personalmente los resultados de las
investigaciones de Morgan en relación con las conclusiones de su (hasta cierto punto,
puedo decir nuestro) análisis materialista de la historia, para esclarecer así, y sólo así, todo
su alcance. En América, Morgan descubrió de nuevo, y a su modo, la teoría materialista de
la historia, descubierta por Marx cuarenta años antes, y, guiándose de ella, llegó, al
contraponer la barbarie y la civilización, a los mismos resultados esenciales que Marx.
Señalaré que los maestros de la ciencia «prehistórica» en Inglaterra procedieron con el
Ancient Society de Morgan[1] del mismo modo que se comportaron con El Capital de Marx
los economistas gremiales de Alemania, que estuvieron durante largos años plagiando a
Marx con tanto celo como empeño ponían en silenciarlo. Mi trabajo sólo medianamente
puede remplazar al que mi difunto amigo no logró escribir. Sin embargo, tengo a la vista,
junto con extractos detallados que hizo de la obra de Morgan[2], glosas críticas que
reproduzco aquí, siempre que cabe.
Según la teoría materialista, el factor decisivo en la historia es, en fin de cuentas, la
producción y la reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción y reproducción
son de dos clases. De una parte, la producción de medios de existencia, de productos
alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir todo eso se
necesitan; de otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie. El
orden social en que viven los hombres en una época o en un país dados, está condicionado
por esas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, de una parte, y
de la familia, de la otra. Cuanto menos desarrollado está el trabajo, más restringida es la
cantidad de sus productos y, por consiguiente, la riqueza de la sociedad, con tanta mayor
fuerza se manifiesta la influencia dominante de los lazos de parentesco sobre el régimen
social. Sin embargo, en el marco de este desmembramiento de la sociedad basada en los
lazos de parentesco, la productividad del trabajo aumenta sin cesar, y con ella se desarrollan
la propiedad privada y el cambio, la diferencia de fortuna, la posibilidad de emplear fuerza
de trabajo ajena y, con ello, la base de los antagonismos de clase: los nuevos elementos
sociales, que en el transcurso de generaciones tratan de adaptar el viejo régimen social a las
nuevas condiciones hasta que, por fin, la incompatibilidad entre uno y otras no lleva a una
revolución completa. La sociedad antigua, basada en las uniones gentilicias, salta al aire a
consecuencia del choque de las clases sociales recién formadas; y su lugar lo ocupa una
sociedad organizada en Estado y cuyas unidades inferiores no son ya gentilicias, sino
unidades territoriales; se trata de una sociedad en la que el régimen familiar está
completamente sometido a las relaciones de propiedad y en la que se desarrollan libremente
las contradicciones de clase y la lucha de clases, que constituyen el contenido de toda la
historia escrita hasta nuestros días.
El gran mérito de Morgan consiste en haber encontrado en las uniones gentilicias de
los indios norteamericanos la clave para descifrar importantísimos enigmas, no resueltos
aún, de la historia antigua de Grecia, Roma y Alemania. Su obra no ha sido trabajo de un
día. Estuvo cerca de cuarenta años elaborando sus datos hasta que consiguió dominar por
completo la materia. Y su esfuerzo no ha sido vano, pues su libro es uno de los pocos de
ii
nuestros días que hacen época.
En lo que a continuación expongo, el lector distinguirá en términos generales
fácilmente lo que pertenece a Morgan y lo que he agregado yo. En los capítulos históricos
consagrados a Grecia y a Roma no me he limitado a reproducir la documentación de
Morgan y he añadido todos los datos de que yo disponía. La parte que trata de los celtas y
de los germanos es mía, esencialmente, pues los documentos de que Morgan disponía al
respecto eran de segunda mano y en cuanto a los germanos, aparte de lo que dice Tácito,
únicamente conocía las pésimas falsificaciones liberales del señor Freeman. La
argumentación económica he tenido que rehacerla por completo, pues si bien era suficiente
para los fines que se proponía Morgan, no bastaba en absoluto para los que perseguía yo.
Finalmente, de por sí se desprende que respondo de todas las conclusiones hechas sin citar
a Morgan.

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